lunes, 10 de agosto de 2009

Una extraña ilusión.

¿Es todo una extraña ilusión?. Una pregunta retórica, trillada. La reptición en las palabras del flujo del fuego. O las matematicas del amor y la amistad, o los logaritmos del desencuentro. Hay un demiurgo que traza parelelismos entre el fluir de tus ojos y el movimiento de mis dedos. ¿convergen el fluir de mis palabras y el aroma de tu aliento al repetirlas, en una explosion cósmica, un bigbang que hace nacer el apego a mi escritos.
Hay un castigo cruento para el que no entiende: la felicidad, un castigo dulce que supura somnoliencia.
Hay un romance oculto entre el santo y el pecador. Hay un coqueteo inconfesable y mudo entre víctima y victimario. Un "gracias" divino que sale de los poros del azotado. Desde el momento en que no puedo controlar algo, se convierte en necesidad. Amo tu látigo cuando se pega tanto a mi piel que no sé si sale de mi o viene de tí. Amo cada cristiano martir. Y odio al predicador, y al oyente.
La autodestruccion es el unico medio de gritar Eureka en el lecho de muerte. Eureka por bloquear todos los pasajes, cerrar todas las puertas, mellar los filos y deshacer los nudos.
La ilusión es la que ordena el caos, pero se disipa en el éter, como el humo del fumador se esfuma después de dar forma al aire, y solo queda un caosmos, un caballo sin jinete, que hace cabriolas... indómito, indolente... difuso.

viernes, 7 de agosto de 2009

El vicio

El vicio es el camino de rosas por el cual transita la liberación de la hipocresía, vil cobarde que se esconde bajo las ropas del prejuicio.

miércoles, 5 de agosto de 2009

El pogo

El oído es el medio por el cual la música llega al espíritu. Es mágico el proceso por el cual un acorde, una melodía o un estribillo pueden llegar a desatar guerras en el interior de un ser humano. Es una explosión nuclear a escala del cuerpo de un hombre que hace que la materia de la cual está formado quiera moverse, quiera imponerse al espacio, conquistar el aire y aglutinar espíritu y cuerpo expandiéndose a través del territorio que circunda a los otros cuerpos que chocan como átomos que no pueden permanecer estáticos. Colisionan, se estrellan, se separan y vuelven a rozarse. En una danza cósmica, de sudor y golpes, que amalgama corazón y mente.
Es uno de esos pocos ratos en donde el hombre no se rige bajo reglas extrínsecas ni intrínsecas. Y la voluntad es libre de la realidad y de la conciencia. Y esa es la libertad que Sartre defendía, como los estados del sur estadounidense defendían la esclavitud . La que se rige por el deseo, por el inconsciente, que es el único lugar donde somos no lo que queremos ser sino lo que deseamos.
Quién iba a pensar que la libertad estaría regida por el sudoroso contacto con el otro, cuando lo que el ser humano ha intentado por milenios es la restricción de la libertad ajena, sin darse cuenta de que amo y esclavo se sujetan con la misma cadena, como siameses nacidos del mismo óvulo cuya masa celular no ha llegado a dividirse por completo.

Fluidos

El agua fluía al costado del cordón como si fuera un pequeño río que desconocía el reposo. Los transeúntes miraban la gran boca en cada esquina de vereda que succionaba el torrente de agua que entraba en su interior, producto de las lluvias que habían asolado durante toda la semana. Pasos que iban y venían, botas de lluvia, zapatillas, zapatos, carritos de bebés con pequeñas sombrillas que interceptaban el paso de la lluvia a los rostros de los infantes. Gente apurada que iba casi corriendo a paso rápido pero sin perder la compostura, escapar de la lluvia no escapaba al decoro que debían guardar cuando ocupaban el lugar de subalterno frente a sus capataces, comisarios, maestros; frente al " Führer ".
El ojo vigilante del rumor, del chisme, definía cada paso, cada mirada en esa gente que corría a media asta. Ya no se animaban a escapar de nada. No era la lluvia, hubiera sido lo mismo un terremoto o un alude, porque esa gente se cuidaba del " qué dirán ". Amalgamaban la esclavitud con la aristocracía. Dinero, sangre azul y cadenas. El precio de la distinción era la condena de la libertad.
Y el agua seguía fluyendo al ritmo de los tacos que golpeteaban las baldosas, emulando el sonido de militares en marcha.

lunes, 3 de agosto de 2009

Acomparacion

Uno debe besar el suelo que pisa. No existe comparacion posible entre tu y yo lector. Y recuerda que sin estilo no hay universo posible en el que puedas dominar. No importa si eres un vagabundo un abogado o un violador. Hay tantos mundos como hombres y mujeres. Tiranos, vasallos, proxenetas cosmicos. Están ahi y existen sin ti. Rien de tus bufonadas como tú de las de ellos. Y en un trasfondo de guerra que flota en el aire como el humo del porro, se aplastan las definiciones y se suturan las diferencias.

sábado, 1 de agosto de 2009

Lo profundo y lo llano.

On Em Ustga ñalkdjflñaks
No me gusta escribir. O mejor dicho, me resulta muy doloroso, como a Conrad. ¿Tengo que aclarar que lo hago mal?. No tengo métodos. Si no me faltan acentos es pura conicidencia. Las reglas son bellas formas del encauzamiento, del cual suelo prescindir, y al que rindo culto solo por entretenimiento.
Soy perezoso. La pereza penetra mis arterias y concentra sus fuerzas en mi cerebro al cual comprime como un chicle entre dientes. ¿ O estira?. Sí, ¡EUREKA!, lo estira. Lo aplasta, lo recorre, lo escurre entre sus garras, y lo mantiene en mi cabeza, que pende del hilo de mi voluntad drogada. Qué bella es la escritura. Uno comienza y termina en Filosofía en el tocador, Pompas Fúnebres, Hojas de Hierba, o Buscando el Tiempo perdido.
¿ Benditos los hombres de superficie que prescindieron de las mazmorras para hacer sus obras? Ellos heredarán la tierra, la línea, la curva y la tangente.
Me he esforzado por llegar al asfalto. Por aplaudir mis llagas. Pero mis pies están descalzos y debo correr a las suaves entrañas de la oscuridad en donde las serpientes amortiguan mis plantas.
Pero mi clavicordio está gastado y debo recobrar mi tiempo perdido.
Leer es la actividad de las profundidades. Es hora de que dé paso a la escritura. Que enseñorea superficies. Debo ser el artista que no eleva la mirada al cielo ni deja caer sus lágrimas al fondo del abismo. Soy el jugador de bochas que sigue la bocha. Soy la bocha que muerde el polvo pero no sin antes rodar sobre la superficie. O para mejor decír: debería serlo.

Un paseo.

Entré a un restaurante porque me estaba cagando. Siempre fui nervioso, y en los últimos años esa costumbre fue creciendo, y como no tengo el gusto de fumar, ese conglomerado de nervios que retuercen mi conciencia, convergen en el ojo de horus en forma de un líquido marrón que termina en un gran mar de desechos junto con anillos de bodas, preservativos, y fetos envueltos en sangre y mierda.
Dos chicas de 16 años más o menos, se encontraban sentadas en una de las mesas del segundo nivel cerca de donde estaban los baños. Hablando de ropa, chicos y deberes escolares. Me quedé esperando que se desocupara el único inodoro que había. De repente paran de hablar las dos, ya que lo hacían en forma conjunta y comienza el soliloquio de una de ellas. Gesticula con las manos, mueve la cabeza como un péndulo invertido de un lado a otro como mostrando indecisión. Se ríe, hace dos o tres caras por segundo, mirando cada dos por tres al vidrio que la separa del exterior en donde se ve reflejada su humanidad con una consistencia transparente que conjuga su imagen con una fábrica que a lo lejos hecha un humo negro que parece atravesar el cuerpo de la joven. A todo esto la otra chica asiente con la cabeza, con 5 "sí" por segundo, sin pronunciar palabra y mirando hacia todos los ángulos menos al frente suyo que es donde se ubica su interlocutora, como un enfermo de mal de parkinson ciego, sordo y mudo.
El inodoro no se hizo esperar mucho tiempo. Un gordo bonachón de bigote abundante, muy bien acicalado, de traje gris, salió del baño y se dirigió a una mesa en donde lo esperaba una rubia de cara brillante y bien bronceada, de esas que realizan el doble oficio de actriz y ramera. La vida fluía como lava ardiente por donde se la miraba, un comensal pagaba al mozo, otros dos comían sin hablar, otros hablando. Viejas cargadas de alhajas y tintura con corazones que latían tan débilmente como su conciencia que parecía haber muerto antes que ellas mismas.
El inodoro había quedado pintado de marrón claro cerca de la línea divisoria del puñado de agua del fondo y el marfil que escapa del pequeño lago, resto del ejército de agua que conquistó el territorio donde reinaba la mierda.
Luego de que mis heces me convirtieran en hermano del gordo con cara de bonachón (hermanos en la mierda), salí apresurado de aquel lugar, no vaya a ser cosa de que comience a sentir los síntomas de Antoine Roquentin. Tengo facilidad para el splin.
Mientras tanto los comensales seguían masticando y parloteando como si no hubiera mañana, podrían venir y manosearle el culo a cualquiera que no se daría cuenta. El lenguaje es un don del cielo para la rapiña y una maldición para la plebe, porque simula acción donde no la hay, su función: dar apariencia de ocupado o mantener ocupado, servir al amo o servir al esclavo. Cuando salí del restaurante me dieron ganas de salir a la calle a repartir copias del Manifiesto comunista y Kalashnikovs. No tanto por conciencia de clase como por aburrimiento.

El entierro.

El cielo estaba despejado y a lo lejos se escuchaba el sonido de autos que pasaban a toda velocidad por la autopista. Las cabezas estaban todas bajas, excepto la mía, que observaba a todos y a todo. Siempre tuve problemas con los entierros, ya que me incomodan. Me siento raro ante la muerte. No hablo de la ausencia, sino todo lo contrario. Me refiero al aspecto tangible de la muerte: el cadaver, el llanto, el féretro, el pozo, la despedida, el puñado de tierra que le echan al muerto, las flores. Es como si le quisiéramos dar forma a la nada. Todo debe "ser", incluso la muerte.

jueves, 30 de julio de 2009

Caligramas de Bruto


Caligrama realizado a partir del análisis del tratado de paz entre Estados Unidos e Irak.





Bruto miró a Julio Cesar a los ojos muertos, y le dijo que sentía un dolor que su asesinato también era un suicidio. Y trato de purgar su culpa con recursos linguísticos. Pero las palabras de Bruto eran un flatus vocis estéril que asesinaba a Bruto por cada una que pronunciaba . Ni Dios podía redimirlo por ser solo un nombre. Porque los actos de un hombre son el hombre mismo. Se transforman en su esencia. Y qué es la esencia de un hombre sino lo que hacé. Y qué es el hablar si no acto de hablar más no de actuar.
La sangre brotaba del cuello de Julio como brotaba el sudor frío del rostro de Bruto. Y esté se acordó de un arroyo en el cual se había sumergido y que quedaba cerca de Jerusalém. Recordo estar envuelto en una capa algo grasosa que cubría todo su cuerpo, y no era más que el recuerdo del feto bañado en sangre que fue. Y a medida que hundía el cuchillo en el cuerpo de Cesar más se le venía a la mente el cadáver de un cerdo que vió ser asesinado por su padre cuando todavía no era más que un niño. Un patricio se revolcaba con una plebeya en ese mismo instante y daba lugar a la concepción de un exiliado romano por asesinato de un senador que a su vez era antepasado de Mussolini. Bruto imaginó un apareamento pero el antepasado gestado sería el de un caballo, pensamiento producto de las ideas heréticas que había heredado de Asia. Porque la fe era la más prostituta de las costumbres.
Mezclaba las letras de Julio Cesar y formaba puñales. Togas. Diademas. Podría crear un sistema solar con ellas. C era el sol, que giraba alrededor de la perfecta o. En ese momento quitaba la vida de un hombre, uno de los más recordados que habría en la historia, pero también creaba mundos del arbitrio del idioma.

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-Qué ve en esta mancha?
- Un murciélago.
- Y en esta otra?
- Sangre, mezclada con semen.
- Cómo puede determinar que es sangre o semen lo que usted está viendo si solo es una mancha negra.
- El color lo pone mi imaginación, no es necesario que yo lo observe. Tampoco digo que la afirmación que usted asegura, de que carece de color sea mentira. Yo solo le doy atributos que en realidad no veo con mis ojos, a diferencia suya. Pero a mi la realidad no me va a decir cómo tengo que percibirla, o por lo menos la percibo pero la pinto como yo quiero.
- Entonces usted no me tendría que haber dicho que veía sangre mezclada con semen cuando le pregunté que veía, sino que usted imagina que eso es lo que ve.
- Usted no me dijo que diferenciara la realidad de la fantasía.
- Yo asumo que usted entendió lo que yo quise decir.
- No pose doctor, yo tengo ninguna cámara.
- Nadie está posando, solo que existen distintas convenciones sociales que marcan una pauta de comportamiento, de las que usted se sale, por eso está aquí.
- Yo estoy aquí porque cometí un crimen ante los ojos del statu quo.
- Yo sé que usted maneja muy bien la retórica del inconformismo. Pero tiene que entender que si no hubiera ciertas reglas a las cuales atenerse no habría diferencia entre los animales y los humanos.
- La única diferencia que nos separa de ellos es el lenguaje.
- Déjeme decirle que en su caso me resulta difícil hallar muchas diferencias, por lo menos en lo que respecta al comportamiento.
- Parece que usted, como la mayoría de los seres humanos no escucha lo que el otro manifiesta. Ya le dije que no tiene que buscar "muchas" diferencias porque solo hay una, le parole, el lenguaje.
- Lo único que veo en usted es a un hombre al cual no le alcanzas las palabras para justificar sus actos.
- Mis actos no necesitan justificación, solo son actos. Solo son expresiones de deseo. Es la exteriorización de lo que ni yo mismo conozco. Algunos intentan dibujar sus vida con colores que llaman sentimientos. Pero solo son oraciones que describen oraciones.
Biología, esa es mi respuesta, y lugares ignotos de mi mente. Nada más que esas dos cosas determinan mis actos. Comer, defecar, excitarme, en fín: química, y luego lo desconocido, lo trascendental intrascendete. Si yo pudiera justificar un acto no sería un hombre, sino Dios.
- Veo que por lo menos tiene creencias religiosas.
- No se equivoque doctor, la única religión que conozco es la iconoclasia.
- Y qué es Dios para usted.
- Es el epítome del lenguaje, y por ende, contingente. La palabra Dios resume todo lo que para nosotros es el discurso. Una apostilla de los actos, no su justificación.
- Cuál es su juego. Qué es lo que busca. Contra qué se revela. Quién es usted.
- Soy el comodín que baila al son del tam tam. Soy el enfermo que lucha contra un cáncer y soy el cáncer. Soy la cabeza que rueda por el suelo, y también soy el encapuchado que la separa del cuerpo. Y la guillotina. El principio, y el fín. El conflicto soy también. Soy usted, nervioso, a punto de insultar. Me aflojo la corbata como usted se la afloja ahora. Me incomodo. Ah, doctor, si supiera quién soy. Yo no soy, y afirmo lo que niego.
- A ver si entiendo. Usted entra a una casa de familia,rompe todas sus pertenencias. Televisores, dvds, equipos de audio. Corta sus ropas. Y solo deja tres mudas de ropa para cada integrante de la famili,ah me olvidaba, sobre los escombros de la casa que hace volar con dinamita. Y llega aquí, y me dice que "es" y no "es". Quiere hacerse pasar por demente. ¿No es así?.
- Soy demente. No controlo mis actos. Tampoco me controlan. No hago lo que quiero, simplemente hago. ¿Qué es eso de "hago lo que quiero"?. Es una pose, es un recurso bajo, denigrante para el hombre. Hombre, no persona, persona es otra palabra odiosa e hipócrita. Personas tambien son las corporaciones burguesas. ¿No se da cuenta?, todo apesta.
- Entonces usted quiere que le amputen la lengua a todo el mundo. La verdad que me hace reír.
- No se confunda, las palabras son mal usadas, por villanos, truanes que sabotean desde siglos y siglos. Y el lenguaje forma parte del todo indiferenciado que llaman vida. Pero que no es más que la suma de unos intereses escondidos tras la toga del ciudadano que no es más que el cetro y el báculo modernos.
A lo largo de la historia alguien siempre tiene la soga al cuello. Cambia de color, de textura, de diámetro, de nombre, pero siempre termina apretando el cuello de alguien, mientras otro tira con fuerza un extremo.
- Mire señor, yo, la verdad, no sé lo que usted se propone. Pero usted me parece un delincuente, culto y bastante inteligente. Pero delincuente al fín.
- "Dejo servir mi genio a las delicias de la crueldad, delicias que no son ni pasajeras, ni artificiales, sino que han surgido con el hombre y terminarán con él". Conde de Lautréamont.
- Por hoy hemos terminado señor Valdemar. ¡Guardia!. ¡Guardia!
Una sonrrisa sardónica en el rostro de Valdemar, la cabeza apuntando en forma oblicua hacia el suelo y los ojos levantados fijos en el rostro del psiquiatra.
- Que descanse doctor Laing.
- Ya le dije mil veces que me apellido Tai.
El guardia entra al consultorio, toma a Valdemar por el brazo y se lo lleva.

Cuando uno está listo.

Uno está listo cuando puede gritar a los cuatro vientos las estupideces más bellas que se puedan decir.
¡Pobre de aquel que quiera explicar la belleza!, pero más pobre el que lo tenga que oír.
La belleza explicada no debe dejar de ser bella.
Decidme que he perdido mi familia, mis bienes, y que muy pronto perderé mi vida. Pero decídmelo en un poema.

El vaso.

Un vaso cobijaba una mosca verde de vellos duros cual pelos. El dedo sumergió su yema hundiendo a la mosca en el fondo que dejaba ver un mantel a cuadros. Apretó con fuerza y la mosca sangró. La boca saboreó la sangre que el dedo ofreció a los labios que succionaban insaciables y nerviosos por no poder prolongar la consistencia del líquido que desaparecía mezclándose con la saliva, entre la lengua y el paladar.
Los restaurantes se llenarían de clientes fastuosos deseosos de mojar una miga de pan en un manjar de perversos que habrían olvidado la costumbre del "buen comer" trocándola con la nueva costumbre del "buen comer".
Tomaría un avión y luego otro y otro y otro. Y las series de aviones intercambiarían saludos con los países en serie que albergan moscas de todo tipo. En un baúl las invitaría a descansar y se irían sumando una a una, formando una hermandad destinada a satisfacer placeres nuevos. Seseantes, repugnantemente juntas, harían recorrer una gota de saliva en la comisura de mis labios. Pero uno no debe probar la mercancía. Porque ciertas costumbres se conservan.
Los aviones se sumergieron en el vaso, junto con las moscas, el baúl, y la comisura de mis labios en donde casqueaba la gota de saliva. Y al pestañear ya no estaban, se habían escondido tras el cadáver de la mosca que robó mi conciencia y se pegó a mis ojos. Tan fuertemente que aunque los cerré no podía desvanecer la imagen. Y en medio de un mar oscuro plagado de estrellas encontré los aviones, las moscas, el baúl, mi comisura y su gota junto al cadaver de la mosca en el fondo. Encallados yacían. Junto a juguetes viejos.

Alucinaciones.

Inyectó el químico en sus venas, y el placer la poseyó en plenitud. Tiritaba y relamía sus labios. Acarició sus muslos, y le parecieron distantes, su mente ya había abandonado su cuerpo y la motricidad de sus articulaciones solo era pensada. mas no consumada. Sus ojos eran la ventana de un cuerpo muerto, y desde dentro observaba el panorama mortuorio del tránsito nocturno. Observaba a los transeúntes, invisibilidad visible de un interior quebrado por la realidad tirana que doblegaba una voluntad también partida por cansancio, un cansancio que olía al fracaso de siglos, siglos de dominación corporal y mental. No había lugar donde ir, salvo hacía aquel paraíso que los alucinógenos le proporcionaban, y que su voluntad le había negado.

El hombre.

Un pobre actor que se contonea
y pide aplausos, caminando hacia el cadalso.
Escondiendo montañas de heces bajo un cielo azul
con guantes de oro y pies descalzos.

Un sabio chino.

Hay un sabio chino en un rincón de mi mente. Que golpea las cavidades craneanas para salir al mundo.
Lo detengo, pequeño travieso, quiero seguir siendo un niño, le digo.
El sabio me dice que soy adulto, que ese es el problema.
¿Por qué sabio? ¿ por qué dices que soy un adulto?, yo no soy maduro, cometo errores con solo respirar.
El sabio me dice que mis errores no son tales. Y que los tropiezos solo son el resultado de querer caminar.
Como un niño travieso que se cae y se levanta mil veces y aunque sus pasos vacilen sigue andando, y si no puede caminar se arrastra, asi se arrastra el que quiere vivir cueste lo que cueste.
El hombre lleva un luto eterno que conmemora la muerte y la violencia. Pero bajo sus negras vestiduras se esconde el traje colorido de la existencia, que danza al ritmo de tambores, que se contonea para esquivar el hastío. Y que se deja llevar por la musica que emite el sonido del viento.
Y dolor y alegría se unen para festejar la muerte de los idiolos caídos: dioses, ideologias, patriotismos. Y con risa irónica los hombres y mujeres festejan el día en que no murieron recordando sus muertos.

jueves, 2 de julio de 2009

Ariadna se ahorcó con el hilo

Hay palabras obscenas que mansillan lo verdadero. Pero esas mismas palabras se vuelven bellas cuando el caos se apodera de ellas. Lo unico que el hombre puede controlar es el lenguaje. Lo demás es historia. Los actos no son hipócritas, más que a la luz del discurso.
Entierro mis palabras bajo un cielo tormentoso. Y que el sol haga lo suyo.
No hay salida del laberinto. Es nuestro estado normal. Teseo murio de inanición. Y Ariadna se ahorcó con el hilo.