On Em Ustga ñalkdjflñaks
No me gusta escribir. O mejor dicho, me resulta muy doloroso, como a Conrad. ¿Tengo que aclarar que lo hago mal?. No tengo métodos. Si no me faltan acentos es pura conicidencia. Las reglas son bellas formas del encauzamiento, del cual suelo prescindir, y al que rindo culto solo por entretenimiento.
Soy perezoso. La pereza penetra mis arterias y concentra sus fuerzas en mi cerebro al cual comprime como un chicle entre dientes. ¿ O estira?. Sí, ¡EUREKA!, lo estira. Lo aplasta, lo recorre, lo escurre entre sus garras, y lo mantiene en mi cabeza, que pende del hilo de mi voluntad drogada. Qué bella es la escritura. Uno comienza y termina en Filosofía en el tocador, Pompas Fúnebres, Hojas de Hierba, o Buscando el Tiempo perdido.
¿ Benditos los hombres de superficie que prescindieron de las mazmorras para hacer sus obras? Ellos heredarán la tierra, la línea, la curva y la tangente.
Me he esforzado por llegar al asfalto. Por aplaudir mis llagas. Pero mis pies están descalzos y debo correr a las suaves entrañas de la oscuridad en donde las serpientes amortiguan mis plantas.
Pero mi clavicordio está gastado y debo recobrar mi tiempo perdido.
Leer es la actividad de las profundidades. Es hora de que dé paso a la escritura. Que enseñorea superficies. Debo ser el artista que no eleva la mirada al cielo ni deja caer sus lágrimas al fondo del abismo. Soy el jugador de bochas que sigue la bocha. Soy la bocha que muerde el polvo pero no sin antes rodar sobre la superficie. O para mejor decír: debería serlo.
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