miércoles, 5 de agosto de 2009

Fluidos

El agua fluía al costado del cordón como si fuera un pequeño río que desconocía el reposo. Los transeúntes miraban la gran boca en cada esquina de vereda que succionaba el torrente de agua que entraba en su interior, producto de las lluvias que habían asolado durante toda la semana. Pasos que iban y venían, botas de lluvia, zapatillas, zapatos, carritos de bebés con pequeñas sombrillas que interceptaban el paso de la lluvia a los rostros de los infantes. Gente apurada que iba casi corriendo a paso rápido pero sin perder la compostura, escapar de la lluvia no escapaba al decoro que debían guardar cuando ocupaban el lugar de subalterno frente a sus capataces, comisarios, maestros; frente al " Führer ".
El ojo vigilante del rumor, del chisme, definía cada paso, cada mirada en esa gente que corría a media asta. Ya no se animaban a escapar de nada. No era la lluvia, hubiera sido lo mismo un terremoto o un alude, porque esa gente se cuidaba del " qué dirán ". Amalgamaban la esclavitud con la aristocracía. Dinero, sangre azul y cadenas. El precio de la distinción era la condena de la libertad.
Y el agua seguía fluyendo al ritmo de los tacos que golpeteaban las baldosas, emulando el sonido de militares en marcha.

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