Uno está listo cuando puede gritar a los cuatro vientos las estupideces más bellas que se puedan decir.
¡Pobre de aquel que quiera explicar la belleza!, pero más pobre el que lo tenga que oír.
La belleza explicada no debe dejar de ser bella.
Decidme que he perdido mi familia, mis bienes, y que muy pronto perderé mi vida. Pero decídmelo en un poema.
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