viernes, 4 de abril de 2014

A veinte años (no es nada) de la muerte de...


 Kurt Cobain fue uno de los pocos artistas que supo llevar la profundidad a la superficie. Canciones simples, cantadas no con garganta con arena sino con clavos. Los clavos que los demás no necesitan para hablar, porque hablar es fácil, al igual que opinar. El conocía una “palabra sucia” que supo transformar en bellas melodías. Acordes discordantes, armonías disarmónicas. “Si tu guitarra desafina, desafina con ella” expresó en su Diario. Nirvana fue el claro ejemplo de que la música viene del alma y no de la velocidad de los dedos, demostrando que el virtuosismo no es garantía de arte. Al igual que Nietzsche decía que él iba a decir en un aforismo lo que a otros les llevaba libros enteros, Kurt elevó la simpleza a la altura de lo que guardaba en sus entrañas, desde sus amores a sus odios más profundos. Unas pocas clases de guitarra le alcanzaron para forjar un legado que postula la economía de medios para buscar los mayores efectos, cual la elegancia de una fórmula matemática. ¿ O acaso no podríamos decir que “Smells like teen spirit” es tan profundo, tan bello, tan simple y tan letal como lo es E=mc2 .
Salven los creadores, aquellos que se atreven a decir lo que solo ellos pueden decir, o como diría Proust, “aquellos que crean una lengua extranjera en su propia lengua”.

Kurt Cobain (20/2/1967 - 5/4/1994)

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